Hola de nuevo, queridos lectores. Hoy voy a hablaros, puesto que nadie me ha hecho preguntas (que extraño) de la publicidad subliminal. Veamos, cuando vamos al cine, vemos la televisión o incluso en el caso del ordenador, las imágenes se suceden a un ritmo de 24 fotogramas por segundo. Es decir, que cada segundo son proyectadas 24 imágenes fijas, una detrás de otra. No obstante, entre imagen e imagen hay un hueco en negro que, evidentemente, nuestro ojo no puede percibir. Pues bien, ahora supongamos que en ese hueco negro yo coloco un texto y/o una imagen. ¿Qué ocurriría? A ver, es complicado. Nosotros no seriamos conscientes de verla, pero realmente LA VEMOS. Y esas imágenes, a un ritmo no necesariamente muy alto (de hecho pueden aparecer solo una vez y hacer efecto), se quedan grabadas en el subconsciente, ya sabéis, la parte de la conciencia que no controlamos y que produce los sueños. Pues bien, hubo un tiempo en el que era legal introducir esos mensajes en proyecciones cinematográficas, hasta que se demostró que eran un medio (un poco pobre) de “control mental” ya que te inducen a hacer algo. Pongamos un ejemplo. En una película se proyectan mensajes con el logotipo de un partido político poco antes de las elecciones. Pues bien, si había un indeciso entre los espectadores, ya sabrá a quien votar en las próximas elecciones, ya que será la primera opción que se le venga a la cabeza. Si alguien quiere más información, ya sabe donde encontrarme. Bien, esto es todo por hoy. No vemos en la próxima edición de Revista Cuso. Hasta pronto.
Hernán Helio
viernes, 19 de febrero de 2010
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